Rodeados de juguetes sin saber a que jugar, sin aprovechar cada oportunidad para crear.... En las aulas es menos frecuente esta actitud pasiva ante el juego, al fin y al cabo son muchos, y lo que no piensa uno lo piensa el otro. Pero a veces en las clases se nos olvida dar a los niños materias primas, al igual que hacemos con la cesta de los tesoros y el juego heurístico.
Debido a este video repartí en el patio de la escuela (aprovechando el buen tiempo repentino) diferentes cajas de distintos tamaños. Puse en el suelo telas de colores y texturas dispares y con sábanas grandes hice toldos que colgaban por la valla y quedaban a su altura.
Los niños salieron del aula con muchísimas ganas. Cuando lo vieron se quedaron un poco parados, no sabían muy bien que hacer. Los más atrevidos comenzaron a meterse en algunas cajas y a saltar desde otras. Y poco a poco todos estaban jugando como locos. Algunos metidos en la caja más grande como si fuera una cuna que más tarde resulto ser un barco, otros asomaban su cabeza en los huecos de las cajas, otros nos pedían que les atasemos telas al cuello y se pasaron la mañana volando como un superhéroe con su capa mágica.
Y cuando estaba alli sentada, haciendo fotos a todos estos pequeños que serán nuestro futuro pensé:
¿En que parte exacta de su cabeza se encontrará el lugar en el que una caja y una tela se conviertan en un barco de vela?
Y un niño que se me quedó mirando y me pusó una tela en la cabeza, se pusó a reir a toda carcajada respondiéndome sin decir una palabra:
- La inocente mirada de la infancia es el lugar donde la realidad se transforma en la más sincera carcajada.
